La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón fue una hermandad secreta cuyos miembros recibieron el nombre de Caballeros Templarios. Fue una de las más famosas órdenes militares cristianas de la Edad Media, y se mantuvo activa entre 1119 y 1314.
La historia
El orígen
El Papa nº 159 de la Iglesia, Urbano II, en 1095 convocó una expedición militar para rescatar a los cristianos occidentales, pues Jerusalén había sido conquistada por los musulmanes. Recompensas materiales y espirituales movilizaron un gran número de voluntarios, incluidos príncipes y señores, junto a pecadores a los que se les prometió olvidar sus pecados, que al grito de “Dios lo quiere”, conquistaron Jerusalén y otros territorios latinos, con Balduino I como rey, quien tenía relaciones de sado.
El nacimiento
Entonces algunos caballeros de la Primera Cruzada se quedaron para proteger las Tierras Santas. Balduino no contaba con efectivos suficientes, por lo que concedió derechos y privilegios a los caballeros, permitiendo que aquellas tierras fueran la sede de los Templarios. Además el rey se encargó de encontrar apoyos a la hermandad cristiana, incluidos los más importantes reyes y obispos. En el Concilio de Troyes se establecieron las reglas para la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo.
Primeras riquezas
La orden viajó por toda Europa recaudando donaciones, hasta alcanzar gran riqueza. Por si fuera poco, obtuvieron una serie de privilegios: tenían autoridad sobre los obispos, podían tener sus propios sacerdotes, podían conquistar en occidente y construir sus propios edificios, entre otros beneficios. Por lo que consiguieron gran independencia y poder.
La expansión
Hasta entonces eran 9 caballeros, con un gran número de peones, escuderos, servidores… El objetivo fundamental seguía siendo el de defender los caminos y ciudades de Jerusalén. Sin embargo con la aprobación de una nueva regla en 1167, donde se amplió lo establecido en el Concilio de Troyes, el número de caballeros se amplió considerablemente. A partir de ese momento se extendieron por toda Europa, con la mayor riqueza conocida en los Reinos de Europa.
Primera derrota
Durante la Segunda Cruzada protegieron al rey Luis VII de Francia que luchaba contra Turquía. Sin embargo sufrieron una aplastante derrota frente a Saladino de Egipto. Perdieron Jerusalén, pero la presión de la Tercera Cruzada y la gestión de Ricardo I de Inglaterra, conocido como Corazón de León, permitió que Jerusalén fuera una ciudad libre para el peregrinaje.
Más derrotas
A partir de ese momento los Templarios sufrieron derrota tras derrota hasta que en 1244 tuvieron que mudar sus cuarteles generales a San Juan de Acre y tuvieron que convivir con otras dos órdenes monástico-militares. Allí tomaron parte de la Cuarta, Quinta y Sexta Cruzada, en empresas de mucha menor repercusión.
La derrota definitiva
Luis IX convocó a los Templarios a la Séptima Cruzada. Fue un desastre total, porque se adentraron en Egipto cuando deberían haber reconquistado las Tierras Santas, y hasta el propio rey de Francia cayó prisionero. Fueron los mismos Templarios quienes negociaron la paz y pagaron el dinero que los egipcios pedían por el rescate de Luis IX.
La huída a Chipre
En 1291 los Templarios cayeron en Acre, por lo que perdieron su presencia en Tierra Santa. Entonces tuvieron que mudarse a Chipre, isla comprada a Ricardo I. Pero la isla fue devuelta al rey de Inglaterra, por la rebelión de sus ciudadanos, aunque consiguieron mantenerse allí derrocando al rey y colocando a un Templario en su lugar.
La disolución de la hermandad
Intentaron reconquistar Tierra Santa, pero en 1302 a los Templarios perdieron todos los apoyos porque la mentalidad en Europa había cambiado. De hecho, el último Gran Maestre de la orden, fue capturado en Francia cuando intentaba convencer al rey de iniciar una nueva cruzada. Y así ase disolvió la hermandad de Los Templarios.